La música en el cerebro se procesa mediante redes neuronales que implican áreas de procesamiento auditivo y motor, y su percepción y ejecución involucran a diversas funciones cognitivas.
La música forma parte de nuestra historia prácticamente desde que contamos con datos de la misma. Por otro lado, desde que nacemos está presente en nuestro entorno. De hecho, los expertos la consideran tan relevante que a lo largo de la historia han querido encontrar los distintos efectos que provoca la música en el cerebro.
A modo de resumen, podemos decir que la música en el cerebro se procesa mediante redes neuronales que implican áreas de procesamiento auditivo y motor. Por otro lado, su percepción y ejecución involucran a diversas funciones cognitivas.
Además, los cambios que producen la música en el cerebro suponen un medio más para la rehabilitación de muchas personas mediante la musicoterapia, la cual es capaz de mejorar nuestra salud gracias a diversos factores: atención, emoción, cognición, conducta, comunicación y percepción.
«Quien quiera entender la naturaleza humana, la interacción entre cerebro y cultura, entre evolución, mente y sociedad, tiene que examinar con atención el papel que ha desempeñado la música en la vida del ser humano, la forma en que la música y la humanidad han evolucionado juntas, moldeándose la una a la otra».-Daniel Levitin-
La música en el cerebro, ¿para qué sirve?
La mayoría de los investigadores que buscan el origen de las habilidades musicales se basan en dos hechos observados y una suposición. Los hechos observados son que todas las sociedades humanas conocidas hasta hoy tienen música y que las habilidades musicales se manifiestan desde las primeras etapas del desarrollo de los niños.
Un bebé de dos meses ya discrimina entre sonidos considerados agradables y sonidos que para la mayoría son desagradables. Además, puede recordar melodías escuchadas días antes. De aquí se podría concluir que la música es innata: los seres humanos nacemos dotados para apreciarla sin que nadie nos enseñe.
La suposición que se plantea: si la evolución nos ha dotado de cerebros musicales, debe ser porque la música confirió a nuestros antepasados alguna ventaja en su entorno. Siguiendo con esto, Darwin pensaba que la música en los humanos surgió como herramienta para el cortejo, igual que la cola del pavo real y el canto de muchas especies de aves. Sin embargo, esta opinión es hoy minoritaria ya que, si la música fuera exclusivamente de origen sexual, ¿por qué cumple tantas otras funciones y aparece en actividades tan diversa?
El psicólogo experimental Steven Pinker de la Universidad de Harvard opina: “la música no es una adaptación, sino una especie de efecto secundario de otras habilidades y necesidades del organismo humano”.
Pinker señala que la música, con sus sonidos repetitivos, ordenados y predecibles, nos «hace cosquillas» en los centros del placer que sirven para indicarnos que hemos encontrado un ambiente ordenado y seguro. La música puede ser innata sin ser adaptativa, como otras tecnologías del placer; por ejemplo, la gastronomía: el organismo sólo exige nutrientes, sin requerir que estos vengan fritos o sazonados.
«Somos criaturas musicales de forma innata desde lo más profundo de nuestra naturaleza».-Koelsch-
Para los que queráis saber más sobre este tema, os recomendamos este maravilloso podcast:
¿Qué nos provoca la música en el cerebro?
Según Robert Zatorre, neurocientífico del Instituto Neurológico de Montreal, las actividades musicales como escuchar, tocar, componer, ponen a funcionar casi todas nuestras capacidades cognitivas.
Como hemos comentado al principio, muchos neurocientíficos se interesan por la neurofisiología de la música en el cerebro porque esta puede revelar muchas cosas acerca de su funcionamiento general.
La música puede provocar sensaciones tan contradictorias, como la alegría o la tristeza. Krumhansl, demostró que la música con tiempo rápido y en tonalidad mayor creaba reacciones de felicidad y que, por el contrario, música con tiempo lento y en tonalidad menor generaba tristeza.
Está relacionada con la memoria, las emociones, los estados de ánimo y nuestra capacidad creativa y guarda una estrecha relación con el lenguaje. Hay estudios en los que se observa que personas con autismo o parálisis cerebral que poseen dificultades en el lenguaje, tienen una gran habilidad para expresarse a través de instrumentos musicales. Por tanto puede servir de comunicación.
La música en el cerebro activa procesos fisiológicos y químicos involucrados en sistemas de recompensa que no somos conscientes. Esto indica redes neuronales innatas responsables de la reacción musical.
Al igual que la comida, las drogas aditivas o el sexo, la música activa el sistema dopaminérgico que se encuentra implicado en el placer de escuchar música, aumentando el flujo sanguíneo cerebral en regiones del estriado ventral, en especial en el núcleo accumbens.
Blood propone que es una propiedad emergente en la compleja cognición humana, pues la música no es necesaria para sobrevivir o reproducirse, pero puede ser significante para que mantengamos una buena salud.
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