Hoy en día se habla continuamente del TDAH. Muchos niños son diagnosticados y medicados en base a este trastorno pero el debate es continuado, ¿realmente existe? Por otro lado, ¿cuántos niños están diagnosticados como tales cuando en realidad no lo padecen?
El caso es que la evaluación y el diagnóstico deben ser hechos por profesionales debidamente cualificados, que sepan interpretar el caso y los criterios diagnósticos.
Una vez que se produce el diagnóstico de TDAH, la pregunta es: ¿qué podemos hacer nosotros si somos los padres? En principio, es una situación novedosa que nos puede generar mucho malestar. Generalmente no sabemos muy bien cómo actuar en estos casos… ¡Sigue leyendo y averigua qué se puede hacer!
«Donde hay educación, no hay distinción de clases»-Confucio-
¿Qué es lo primero que tenemos que hacer si nuestro hijo padece TDAH?
Lo principal es que nos informemos. Tras una evaluación psicológica adecuada y un diagnóstico certero, tenemos que saber qué es lo que le pasa a nuestro hijo. ¿Cómo? Preguntando todas las dudas posibles tanto a los psicólogos como a los médicos que vayan a participar en la intervención con el niño.
Pero no solo eso, también podemos leer sobre el tema. Sobre esto, es importante que busquemos fuentes de información que sean fiables. Tenemos que tener cuidado con lo que leemos por ahí, ya que en ocasiones el contenido especulativo puede ser tratado como cierto.
Con esto conseguiremos comprender mejor qué es lo que le pasa al niño. Además, le entenderemos mejor y nos haremos una idea más acertada de cómo son las dificultades particulares a las que se enfrenta. Así, nos motivaremos más en el camino que queda por recorrer.
Piensa que es recomendable que nos hagamos con toda la información posible, de forma que pongamos en marcha las pautas adecuadas para ayudar al pequeño.
«Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo»-Benjamin Franklin-
¡Establece pautas familiares!
Cuando el niño es pequeño, es bueno que intentemos que se desenvuelva en ambientes ordenados. Esto significa una habitación ordenada, pero también una rutina o administrar la forma en la que accede a la información.
Cuidando el orden, fomentaremos que adquiera hábitos rutinarios respecto a su sueño, higiene y alimentación. También es bueno que participe en juegos que estimulen su atención, como los puzzles.
A parte de la adquisición de hábitos diarios, es sumamente importante que enseñemos a nuestros hijos a cumplir normas. Tanto los niños como los adolescentes con TDAH deben saber qué es lo que esperamos de ellos. Así, los padres tienen que ponerse de acuerdo con respecto a las reglas a seguir en casa y explicarle a los chicos las consecuencias de no cumplirlas.
Es muy relevante que los padres aprendan a dar órdenes, a hacer peticiones o a dar recompensas en un ambiente de confianza. Para ello, tenemos que llamar al niño por su nombre cuando esté cerca y mirarle a los ojos, de esta manera nos aseguramos su atención y cualquier mensaje le llegará mucho mejor.
Es bueno que las peticiones que le hagamos sean en un tono suave, con instrucciones claras y precisas que dejen claro qué es lo importante y qué es lo secundario. También es recomendable que las peticiones las hagamos de una en una.
Si hacemos varias peticiones a la vez, y además se contradicen, vamos a confundir a nuestro hijo. Hay que evitar elevar el tono de voz y sermonear, así como el contacto físico. Para terminar, le pediremos al niño que nos repita lo que le hemos pedido -a ser posible con otras palabras-, para asegurarnos de que nos ha entendido. Puede parecer forzada esta manera de comunicarnos, pero a base de practicar nos saldrá de forma natural.
¿Cómo podemos fomentar conductas positivas y hacer que disminuyan las negativas?
Una vez que hemos establecido normas en casa y que hemos acordado entre los padres lo que se debe hacer y lo que no, ¿cómo podemos lograr que los niños con TDAH las lleven a cabo? Para que los pequeños modifiquen su conducta, debemos reforzar lo que hacen bien y extinguir lo que hacen mal.
«Dos excesos deben evitarse en la educación de la juventud; demasiada severidad, y demasiada dulzura»-Platón-
Para reforzar las conductas positivas tenemos que encontrar recompensas que sean significativas para los pequeños. Pueden ser algo tangible, pero ten en cuenta que la aprobación social es un reforzador muy útil. De hecho, si halagamos a nuestro hijo después de que haya hecho algo positivo, vamos a fomentar que lo repita cada vez más.
De forma complementaria podremos usar una economía de fichas. Así, los niños recibirán puntos cada vez que hagan algo bueno. Posteriormente, bien sea al final del día o de la semana, pueden canjear los puntos por algún tipo de privilegio. Es importante, si se utiliza esta técnica, que las normas y las recompensas estén bien establecidas previamente.
Pero a parte de reforzar lo positivo, tenemos que extinguir las conductas negativas. ¿Cómo? No prestando atención a las conductas que nos molestan. Para disminuirlas podemos utilizar también el castigo, bien sea dando algo que al niño no le gusta (como una reprimenda), bien mediante el coste de respuesta (perder algo que había ganado previamente) o bien retirar al niño de una situación que le guste, como ver la tele (tiempo fuera).
Es muy importante que el castigo sea proporcional a lo que ha hecho el niño, así como que este comprenda por qué se le ha castigado y qué es lo que se espera de él. Debe aplicarse inmediatamente y no debe ir acompañado de contacto físico ni broncas. Todas estas pautas hay que ponerlas en marcha de forma consistente, ya que si se llevan a cabo un día sí pero otro no, no conseguiremos que sean efectivas y que el comportamiento de nuestro hijo mejore.
No hay comentarios:
Publicar un comentario