Hacer fotos es fácil, pero ser fotógrafo profesional es una cosa totalmente distinta. Si te dedicas a la fotografía a tiempo completo (e incluso si sólo es un “pasatiempo” pero al que dedicas mucho esfuerzo) puede llegar un momento en el que te encuentres con algunas “trampas” que nadie te había contado o “pecados” en los que puedes incurrir y que pueden tener efectos muy perniciosos en tu obra fotográfica.
Nos referimos a ciertas actitudes que puede cometer el fotógrafo y que no sólo pueden ser una cortapisa para desarrollar su trabajo, sino que también pueden coartar su creatividad y hacer que su ilusión por la fotografía decaiga. Por eso, para mantenerse como el primer día, hay que conocer estas “trampas” y estar atentos para evitar caer en ellas.
Actuar como un robot
Convertirse en fotógrafo profesional es sin duda un sueño para muchos de los que amamos la fotografía. Que nos paguen por hacer lo que más nos gusta suena como un ideal para cualquiera de nosotros. Sin embargo, sea cual sea el género fotográfico en el que nos hayamos especializado, inevitablemente llegará un momento en que lo veremos como un trabajo rutinario. Sabremos qué tipo de fotos nos demandan nuestros clientes, editores, etc o qué tipo de imágenes se venden mejor e, inevitablemente, tenderemos a convertirnos en una máquina para producir este tipo de fotos.
Y, claro, dado que uno de los elementos clave de la fotografía es la creatividad, esta actitud que nos lleva a parecer una máquina hará que nuestras imágenes empiecen a parecerse demasiado unas a otras. Y eso, probablemente, llevará a que, como muchos fotógrafos, comencemos a perder la pasión por hacer algo que antes amábamos.
¿Cómo superarlo? Puede haber muchas formas (y “cada fotógrafo es un mundo”) pero una de ellas podría ser tratar de no perder nunca la ambición de ser cada vez mejor, de lograr superarnos en cada foto que hagamos y de tratar de no repetirnos buscando una nueva perspectiva cada vez que afrontemos un nuevo trabajo.
Otra posibilidad está en alternar nuestra labor más “rutinaria” con proyectos personales que hagamos por simple disfrute, sin la presión que suele haber en el trabajo habitual ni la exigencia de conseguir algo que satisfaga a un tercero. Proyectos que nos permitan explorar y experimentar con la fotografía de manera que nos ayude a reavivar la pasión, por ejemplo introduciéndonos en una género de fotografía completamente diferente al que hagamos habitualmente.
Perder la chispa
Seguro que recuerdas la emoción que te produjo cuando empezaste a dominar la técnica fotográfica. Seguro que fue emocionante descubrir que podías ver el mundo de una manera diferente y podías capturarlo de una forma hermosa. Es posible que, como nosotros, durante un tiempo te encantara levantarte muy temprano y salir a capturar el primer rayo de sol o que pasaras las horas muertas buscando hacer esa foto que luego enseñabas orgulloso.
Sin embargo, es evidente que llega un momento en el que todos podemos perder esa “chispa”. Ya sea porque nuestras obligaciones diarias nos llevan por otro lado, porque no podemos dedicarle apenas tiempo o, simplemente, por el hecho de que nuestros intereses hayan cambiado, el hecho es que a todos los fotógrafos llega un momento en el que perdemos la ilusión que teníamos cuando empezamos a hacer fotografías.
Sin embargo, es posible recuperarla, y para ello lo más importante es recordar que era eso de la fotografía que tanto nos atrajo y volver a redescubrirlo. Es posible que, como fotógrafos (sobre todos si eres profesional) hayamos olvidado qué era lo que más nos gustaba al principio. Por eso, una de las formas de recuperar esa chispa es volver a hacer lo que primero nos enamoró.
Si, por ejemplo, nuestra pasión era la fotografía de paisajes y nos hemos dado cuenta de que ahora sólo hacemos fotografía de bodas, siempre podemos volver a la naturaleza por un tiempo. Con esto, no solo recuperaremos la ilusión sino que probablemente también nos dará una energía extra para nuestro día a día habitual.
Problemas de dinero
Ya seamos profesionales o lo pretendamos, posiblemente habrá un momento en que el dinero se convierta en un problema para nosotros. Vivimos en un sector enormemente competitivo, con una competencia feroz que hace que las tarifas que podamos conseguir como fotógrafos tiendan a ser cada vez más reducidas.
Además, probablemente seamos fotógrafos independientes, y no sólo tengamos que financiar nuestro propio equipo sino también todo lo demás que conlleva un negocio (como el marketing y la promoción). A menudo, esto puede llevarnos a un círculo vicioso en el que necesitamos dinero para promocionar nuestro trabajo y conseguir más encargos, pero al tiempo necesitamos más encargos para conseguir ese dinero con el que promocionarnos.
Por ello, lo más importante es asegurarnos de que sabemos lo que estamos haciendo y tenemos dominada la parte comercial de nuestro negocio. Como cualquiera, deberíamos tener siempre una estrategia a largo plazo, saber aprovechar al máximo cada euro que invirtamos y tener una visión clara de cómo hacer crecer el negocio y afrontar los momentos en que los ingresos flaquean.
La pereza
Como en cualquier trabajo, de vez en cuando tenemos momentos en los que no tenemos ganas de nada y acabamos haciendo lo mínimo posible para cumplir con nuestra labor. No pasa nada por tener días así, y algunas veces lo que necesitaríamos simplemente es cogernos el día libre. Sin embargo, hay una diferencia importante entre tener un día malo y volvernos perezosos. Hacer buenas fotografías requiere un esfuerzo, y si nos volvemos vagos eso seguro que acabará reflejándose negativamente en nuestro trabajo.
Por ejemplo, si hacemos fotos de coches y nos limitamos a tomar las imágenes desde un único punto de vista, sin molestarnos en buscar cuál es el mejor punto de vista para cada tipo de coche. O nos conformamos con la primera foto de cualquier toma, por ejemplo en un reportaje, solo porque estamos cansados y nos da pereza el esfuerzo que requiere buscar nuevos ángulos que seguro harían mejor la foto.
Si nos pasa esto es una señal clara de que nos estamos volviendo holgazanes con nuestro trabajo o práctica fotográfica. Así que, llegados a este punto tendremos que preguntarnos qué es lo que ha cambiado para que actuemos así. Simplemente puede ser que necesitemos tomarnos un descanso para liberarnos del estrés que conlleva ser fotógrafo. No tiene porqué ser mucho tiempo, tal vez basten unos pocos días, pero sin duda es conveniente descansar y olvidarnos para volver con fuerzas renovadas.
Obsesionarse con la fotografía
La última trampa puede aplicarse especialmente a cualquier fotógrafo, sea profesional o no. Porque, si dedicamos mucho tiempo a hacer fotos es posible que llegue un momento en que la cámara se convierta en inseparable para nosotros, casi una extensión de nuestro cuerpo. Esto sin duda nos ayudará a estar preparados por si surge alguna foto en el momento más inesperado (no hay nada peor que perderse una gran foto porque no tenemos la cámara a mano), pero también significará que a menudo no disfrutemos de las cosas plenamente.
Porque es posible que, estemos donde estemos (aunque sea nuestro tiempo libre), nuestra cabeza estará trabajando y siempre pendiente de buscar oportunidades para hacer “La foto”. Por otro lado, si estamos (por ejemplo) de viaje familiar es fácil que nos obsesionemos con hacer grandes fotos de los lugares visitados en vez de disfrutar del lugar y del momento.
Así por ejemplo, es muy conveniente separar el tiempo de ocio con la fotografía, porque suelen chocar. Por eso, incluso es conveniente dejar la cámara en casa cuando estemos de viaje, aceptar que podemos perdernos alguna buena foto pero que, a la larga, esto nos ayudará a mantenernos frescos cuando nos encontremos detrás del visor. Si no queremos renunciar a la cámara, al menos deberíamos tener mucho cuidado en no obsesionarnos o establecer un límite de tiempo a la fotografía para “no descuidar nuestras otras tareas”.
En definitiva, si somos capaces de darnos cuenta de que estamos empezando a incurrir en alguno de estos pecados estaremos en la mejor disposición para afrontarlos ¿No os parece? ¿Qué otras “trampas” se os ocurren a vosotros que podemos encontrarnos? Como siempre, os agradecemos vuestra aportación vía comentarios.
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