Estar y vivir en el presente tiene increíbles beneficios; sin embargo, esto, que supone disfrutar la vida en momentos, sigue siendo una tarea pendiente. Lo veo en los pacientes que acuden a mi consulta, cuando me presentan a la ansiedad como la protagonista de sus vidas o cómo la tristeza se ha integrado en su sombra. Pero además, también lo detecto en hábitos comunes y compartidos. ¿Lo has notado tú también?
Recordamos con nostalgia el pasado, aquellos momentos en los que nos reímos tanto que nos dolía la barriga, y aquellos otros en los que solo podíamos pensar que ojalá fueran eternos. Imaginamos y hacemos mil y un plan para mañana, esperando que sean perfectos y únicos, lo que además requiere de una ardua preparación. Así, nos pasamos el tiempo, recordando e imaginando, inmersos en la membranza de lo que ya ocurrió.
La angustia del pasado
Hemos de reconocerlo, todos hemos puesto alguna vez el ancla en el pasado. Eso está bien. Somos seres humanos, y como tales nos definimos a partir de nuestros recuerdos. A medida que vivimos, es tentador volver al pasado cuando en el presente no encontramos estímulos de sensaciones positivas. Así, podemos llegar a agarramos a los buenos momentos (a los ya buenos recuerdos), como si fueran nuestro tesoro más preciado.
El problema aparece cuando el deseo de permanecer en el pasado termina entorpeciendo nuestro crecimiento. Nos vemos librando una batalla que potencialmente hará mella en nuestra salud psicológica, sobre todo cuando revivimos el pasado de una manera obsesiva.
Así, hay recuerdos despiertan en nosotros emociones que nos generan un gran malestar. Hablamos de la tristeza y la culpa, que minan nuestra actitud, especialmente si no las sabemos gestionar.
“No pudiste hacer otra cosa, porque no la hiciste. Todo lo que hiciste en el pasado es perfecto de acuerdo al nivel de consciencia que tenías en aquel entonces. Si ahora lo puedes ver diferente, celebra tu toma de consciencia, pero no le des el gusto al ego de controlarte con su arma más poderosa: la culpa”.
-Alejandra Baldrich-
La incertidumbre de un futuro por construir
Todos hemos experimentado ese ciclo mental. Aquel en el que los pensamientos se suceden unos tras otros de forma ininterrumpida y que provoca una excesiva preocupación por el futuro. Este hábito, muy extendido en la sociedad actual y enmarcado en el estilo de vida imperante, condena a nuestra mente a gastar recursos en un estado de alerta continuado.
El futuro asusta, y el miedo inspirado nace ante el dibujo imaginario de las “amenazas más terribles”. Hablamos de una estrategia que, como especie, hemos utilizado con frecuencia para sobrevivir. Sin embargo, esta estrategia falla cuando no somos capaces de generar un grado de tolerancia a la incertidumbre o de utilizar la anticipación para desarrollar estrategias de prevención y ponerle freno a la ansiedad.
“La verdadera generosidad para con el futuro reside en darlo todo en el presente”.
-Albert Camus-
Aquí y ahora: nuestro escenario de acción
La única realidad que podemos modificar con la conducta es el hoy, es donde acontece la vida, es lo que sucede ahora mientras estás leyendo estas líneas. Solo podemos disfrutar de cada momento que experimentamos, pues al final la vida está compuesta de eso, de pequeños momentos.
Cuando nos da por viajar al pasado y al futuro, lo importante es usar nuestra capacidad para reconocer objetivamente los obstáculos que nos arrastran a ello. Así es fundamental que aprendamos a desligar nuestras emociones de la situación y ser capaces de identificar nuevas rutas para seguir avanzando. Una de las claves para lograrlo es situarnos en el momento presente y disfrutar la vida en momentos.
Sabemos que es mucho más fácil decirlo que hacerlo, pero con práctica todos podemos incorporar esta conducta a nuestro repertorio. El primer paso puede ser abrazar la idea de que está bien tener cambios en nuestro camino, la vida es cambio y evolución y desde el momento presente estas son nuestras vistas.
“Lo pasado ha huido, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo”.
-Proverbio árabe-
Francisco Alcaide, en sus libros y conferencias sobre liderazgo y management, habla con claridad sobre cómo podemos gestionar nuestras emociones y tener el control de nuestra vida:
- Mirar al pasado con agradecimiento.
- Disfrutar el presente con ilusión.
- Construir el futuro con esperanza.
Y a ti que me lees, te digo que estás donde necesitas estar… para disfrutar la vida en momentos.
Disfrutar la vida en momentos
Con frecuencia, necesitamos parar la inercia de nuestro foco atencional, detenerle y reconducir sus saltos. Frenar esa agitación, o al menos el diálogo interno pernicioso al que podemos estar acostumbrados, es fundamental. Solo desde esta postura podremos adoptar una perspectiva que nos permita situarnos en el momento presente y disfrutar la vida en momentos.
Para ello podemos recurrir al mindfulness. Se trata de una técnica que ayuda a tomar consciencia plena sobre el momento presente. Así nos dota de la calma que es tan necesaria para responder, y no solo reaccionar, ante las circunstancias que se nos presentan.
Solo tenemos que pararnos a pensar en todas y cada una de los momentos que componen nuestra vida, y si nos fijamos bien, los más entrañables son aquellos teñidos por la serendipia. No los buscamos, pero los encontramos mientras vivíamos, en el aquí y el ahora.
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