lunes, 16 de mayo de 2016

CÓMO MEDIR LA CALIDAD DE SONIDO DE UNOS ALTAVOCES




El sonido es tan importante como la imagen para tener una experiencia multimedia. Por eso, es interesante saber cómo medir y valorar la calidad de sonido de un altavoz. Así, te asegurarás que estás eligiendo el producto ideal según tus necesidades y expectativas.

A continuación, vamos a explicarte cómo ayudarte a medir la calidad de sonido de unos altavoces.

Anatomía de unos altavoces

Todo altavoz está formado por dos elementos básicos: los transductores magnéticos o drivers (altavoces) y la caja acústica. Los primeros son los encargados de transformar la energía eléctrica en ondas sonoras. El segundo es el encargado de permitir que, mediante el rebote de dichas ondas, el sonido gane cuerpo y llegue de una forma más correcta a nuestros oídos.
Ambos elementos no tendrían sentido por separado y cuidarlos independientemente es muy importante para el mejor rendimiento del sistema. Por eso, hay que conocer esa anatomía básica. Luego están los aspectos más técnicos y avanzados, como que no es lo mismo un driver cuya membrana esté fabricada en fibra de carbono, aluminio, polipropileno o kevlar, entre otros materiales. Sin olvidar tampoco el tamaño que, a veces, puede engañar pero, en la mayoría de ocasiones, permite obtener mejores respuestas en frecuencias si son más grandes.
Ahora veamos cuáles son las claves a la hora de elegir unos buenos altavoces y medir la calidad de sonido.

Cómo medir la calidad de un altavoz

Altavox B&W 1
La calidad de unos buenos altavoces no la da ni su diseño exterior ni tampoco el precio, aunque eso último lo explico mejor ahora. Cuando digo que el precio no indica la calidad de sonido de un altavoz es porque hay productos que venden estética, lujo o simplemente estatus. Sí es cierto que un buen equipo de sonido hay que pagarlo pero, a veces, en esa gama de consumo que todos conocemos, encontramos productos que siendo más económicos suenan de fábula.
Así que recuerda, por tener más “pinta” de altavoz no sonará mejor y por ser más caro tampoco se te asegura la mejor calidad, aunque sí tendrás más papeletas de disfrutar de un gran sonido. Pero,¿cómo se mide la calidad de un altavoz?
La calidad se mide escuchando. Sintiendo cada nota del sonido que hayas decidido reproducir. Y es así de sencillo, no hay mejor fórmula de medir la calidad de un altavoz que con la prueba propia y siempre con música que conozcas. Así podrás ver si ese altavoz te está ofreciendo nuevas frecuencias que te permitan escuchar notas que antes pasaban desapercibidas o dejándote ubicar de forma más clara dónde está un determinado instrumento en el escenario.
Aún así, como no siempre es posible, una buena forma de filtrar qué altavoces pueden interesarte más es conociendo tres parámetros algo más técnicos que miden la calidad de sonido: impedancia, sensibilidad, potencia y frecuencia de respuesta.
  • Impedancia, es la oposición que presenta un equipo al paso de la corriente eléctrica. Es un valor que varía con la frecuencia y que no permanece constante. En las especificaciones de un equipo, la impedancia se muestra por su valor nominal en la frecuencia de 1kHz y suele ser de 4,6 u 8 ohmios. A mayor valor de impedancia, menos probabilidades habrá de que el sonido se pueda ver afectado por interferencias y otros “ruidos”.
  • Sensibilidad, mide la relación entre el nivel eléctrico de entrada del altavoz y la presión sonora. Se mide en decibelios dB. Un altavoz con una sensibilidad de 100dB tendrá un sonido mayor que otro de 50dB usando la misma potencia. Por tanto, es un valor a tener en cuenta si te gusta escuchar a un volumen alto tu música. O si vas a usar, por ejemplo, auriculares con dispositivos como móviles que no tienen tanta potencia de salida a la hora de sacar el sonido por el jack de 3,5mm.
  • Potencia, hace referencia a la potencia eléctrica de entrada que un altavoz es capaz de soportar. Si se introduce más de la soportada el sonido distorsionará. Seguro que notas ese sonido distorsionado al colocar unos altavoces y subir el volumen a sus valores más altos. Por tanto, si el altavoz tiene un buen nivel de potencia nos estará diciendo que aguantará mejor según aumentemos el volumen.
  • Frecuencia de respuesta, es el rango de frecuencias capaz de reproducir. Aquí no hay que obsesionarse, pues la mayoría ofrece el rango capaz de escuchar el oído humano. La única diferencia estará luego en qué rendimiento aporte en unas u otras. Porque hay altavoces o auriculares que rinden mejor en las bajas (sonidos graves como baterías, etc) que en las altas (los sonidos más agudos como las voces).
Tener unos datos adecuados para cada apartado es importante si queremos un altavoz bien equilibrado y de calidad. Aún así, para que os resulte más sencillo, a la hora de elegir el aspecto más importante sería el de la sensibilidad. Si los altavoces no tienen un valor de sensibilidad adecuado puede que en el momento que subamos un poco la potencia y con ella la presión sonora, el sonido producido distorsione.
De todos modos, como ya dije, es importante que cuando vayas a probar un equipo de sonido lo hagas con música que conozcas. Así, podrás valorar cómo suena, si te gusta el sonido o si por el contrario un exceso o ausencia de graves o agudos distorsiona la experiencia.
En resumen, para medir y valorar la calidad de unos altavoces has de tener en cuenta la calidad de sus componentes, características técnicas, mejoras adicionales que incorpore (como filtros, compensadores, etc) y cómo se equilibra el conjunto final. De nada sirve tener lo mejor en uno de esos aspectos si el resto no acompaña. Por ello, unas especificaciones técnicas sobresalientes se ven lastradas por una caja acústica deficiente y viceversa. Y no te dejes guiar solo por la estética.
Ahora que ya sabes valorar la calidad de unos altavoces, si ya los tienes o acabas de comprarlos, lo único que necesitarás será calibrarlos bien para sacar el máximo rendimiento posible. Y recuerda, parece extraño, pero cuánto más los uses mejor sonarán.

Fuente: www.mediatrends.es

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