Algunas veces resulta imposible no atropellar a un peatón que hace todo lo posible por ser atropellado o a un ciclista que se echa encima, o no chocar con el coche que tienes delante cuando este incluso se detiene y da marcha atrás para forzar el siniestro… ¿Extraño? Sí, lo es, pero es algo que está pasando en las carreteras de algunos países.
Cuando estas situaciones se convierten en algo habitual, no queda más remedio que buscar soluciones para demostrar tu inocencia, porque, por desgracia, en la resolución de muchos casos no siempre triunfa la verdad. Contar con un Coyote S en el salpicadero es una de esas soluciones, ya que incorpora una cámara que guarda autómaticamente los últimos cinco minutos en caso de colisión o cuando se precise pulsando un simple botón.
La ayuda del Gran Hermano
Demostrar que no eres el culpable de un accidente o que has sido víctima de una extorsión, ha provocado que en un país como Rusia la mayoría de los conductores hayan optado por incorporar un “Gran Hermano” a su coche, y grabar todo lo que sucede con una cámara situada en el salpicadero. Una posib
Animados por las propias compañías de seguros, los conductores se han lanzado a incorporar cámaras en sus coches a modo de “cajas negras” para probar su inocencia en caso de litigio. Las ventas de estas cámaras en Rusia se multiplican año tras año, y es que se han convertido en una herramienta indispensable en un país en el que las leyes son muy favorables para los peatones.
En ese país, en la mayoría de los casos, el conductor está obligado a pagar una compensación por los daños ocasionados a la salud del peatón, como gastos médicos y recuperación, o sencillamente indemnizar por el daño producido a cualquier cosa que llevase el peatón, como por ejemplo un teléfono móvil en la mano o un ordenador portátil en un maletín.
Si se demuestra que el conductor fue el culpable del suceso, además de correr con los gastos médicos, debe pagar una compensación monetaria por el daño moral causado.
Con esta perspectiva son muchos los que intentan hacer su particular “agosto”. Lo más habitual es tratar de fingir un atropello, arrojándose de forma repentina a un vehículo en un paso de cebra. Otra forma muy común es la de provocar ser alcanzado por el coche que circula detrás, frenando de forma brusca y en algún caso hasta utilizando la marcha atrás.
En cualquiera de estos dos casos, para demostrar la verdad, la ayuda de una grabación se ha convertido en el único argumento a favor del conductor, porque en el caso de no contar con ella la balanza al final acabará decantándose por el estafador.
Y es que las artimañas que utilizan estos personajes no tienen límites, por la red circulan infinidad de vídeos que muestran como los tramposos tratan de salirse con la suya. Además el hecho de tener en el coche una cámara permanentemente grabando lo que pasa también ha dejado muchas imágenes y situaciones curiosas.
Falsos atropellos, también en España
Aunque el caso de Rusia ha sido el más mediático, esto no es una exclusiva de este país, se trata de un fenómeno mundial que ocurre en cualquier parte del mundo en mayor o menor medida.
Para obtener unos ingresos extras, o sencillamente para hacer negocio engañando a las aseguradoras, muchos convierten el fraude en su modo de ganarse la vida.
“Algunos lo utilizan, la mayoría lo soportamos” es el representativo lema de la campaña de ICEA (Investigación Cooperativa de Entidades Aseguradoras). Se trata de un concurso de detección de fraude en seguros que nació en 1994. Esta iniciativa pretende concienciar a los profesionales del sector y a la sociedad de que es necesario evitar y combatir el fraude, premiando el esfuerzo de los profesionales del sector para detectar estos siniestros
El año pasado, el premio se lo llevó una red que simulaba atropellos para obtener indemnizaciones. El caso sucedió en Sevilla cuando se registraron dos atropellos con una diferencia de un mes entre ellos. En ambos casos, los asegurados, en principio personas diferentes, facilitaron el mismo teléfono a la compañía aseguradora, lo que despertó las primeras sospechas. Al cabo de poco tiempo, uno de los conductores que había “atropellado” en los siniestros anteriores se convertía en víctima atropellada junto con otros seis heridos. Finalmente se destapó la red y se descubrió que algunos de los miembros de esta red habían participado hasta en 19 situaciones similares.
El fraude a las compañías de seguros aumenta con la crisis
En 2015, en España, se produjeron, según UNESPA, alrededor de 306.000 reclamaciones fraudulentas del seguro. Las aseguradoras cuentan con que el 1,22% de los partes que reciben son fraude, y por culpa de esto algunas veces pagan justos por pecadores.
En un informe realizado por Línea Directa en España, se mostraba que el sector del automóvil acapara más del 70% de los fraudes. Defraudar al seguro, que se ha multiplicado por 3,5 desde el año 2009, no es algo que esté especialmente mal visto por la sociedad; es más, según ese mismo estudio, uno de cada tres conductores justifica o le parece bien que se defraude a los seguros.
Pero las consecuencias del aumento del fraude las acabamos pagando todos. Es lo que se conoce como la “mutualización del fraude”, porque parte de la prima que pagamos a nuestro seguro se destina a pagar lo que se han ahorrado o ganado los “listos de turno”.
Cometer un fraude tiene sus consecuencias
Cada vez se controla más a los estafadores. Muchos de ellos, auténticos profesionales en la materia, son marcados por las compañías, y aparte de rescindir su contrato, les será más complicado asegurarse en otra aseguradora, ya que se comparten los datos de personas fraudulentas.
Además, al margen de perder el derecho a indemnizaciones por el siniestro, estos comportamientos también tienen sus consecuencias penales: se trata de un delito de estafa en el que el condenado, además de la sanción correspondiente, puede llegar a ir a la cárcel.
Cuando alguien comete un fraude, nos afecta a todos y al final lo pagamos todos. Las compañías invierten mucho dinero para detectar, investigar y luchar contra estos fraudes, dinero que al final se repercute en nuestra prima anual.
Fuente: www.mycoyote.es
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