Acosadores sexuales, estafas, noticias falsas y publicidad engañosa. Internet no es más que el reflejo de la sociedad que lo creó, que lo utiliza y transforma todos los días. No hace falta satanizar a la invención que revolucionó al mundo contemporáneo, sino tratar de hacerlo un sitio más libre, seguro e imparcial, especialmente ante una situación tan común como aberrante a través de las redes sociales: la pedofilia.
A pesar de que toda una generación de menores de edad nació con Internet como algo tan cotidiano como la televisión, resulta irónico que la gran mayoría carece de conciencia de cuán riesgoso puede ser interactuar en la red sin ninguna restricción. El grooming es la forma en que adultos mayores de edad se aprovechan de la ingenuidad de los usuarios más jóvenes con fines sexuales.
El modus operandi de un groomer es sencillo: el ciberdepredador se esconde siempre bajo un perfil falso, donde imita las condiciones de su víctima, como edad, intereses, preocupaciones y otros tópicos que resultan atractivos para el menor. El objetivo de esta primera fase es ganar su confianza y generar afinidad para entablar comunicación virtual con el fin de extraer datos personales.
Una vez generado el primer vínculo, el adulto tiene entrada libre a información que facilita su tarea, misma que afianza charla tras charla y crece hasta poseer un cúmulo que coloca al menor un estado de vulnerabilidad: desde una fotografía que describe su aspecto físico, hasta total conocimiento del entorno inmediato de su víctima, como la escuela donde estudia, el nombre de sus amigos y de la familia cercana o el horario en que se encuentra solo en casa.
El siguiente paso es comenzar el acoso. El intercambio de fotografías (donde el groomer suele utilizar imágenes de niños de su edad) subirá de tono y ante una exigencia cada vez mayor del acosador, es muy probable que el menor confronte al depredador negándose a seguir con el intercambio.
En este punto comienza una espiral donde la inocencia de la víctima puede llevarlo hasta límites insospechados, mientras el acosador reafirma una y otra vez su postura para obtener lo que desea. Tras la negativa del menor, la estrategia amable del groomer se convierte en una amenaza constante: con tal de obtener más fotografías del menor o pactar una cita en persona, amenazan con mostrar las que ya tienen a las personas que conoce.
Más allá de prohibir el uso de redes sociales entre menores de edad, es necesario informar y educar sobre la infinidad de posibilidades que ofrece Internet. Según Kaspersky Lab, experta en seguridad informática, sólo 37 % de los padres se preocupa por los riesgos que corren sus hijos en la red. Es responsabilidad de todos quienes construimos este espacio virtual a diario mantenerlo seguro y educar a quienes ignoran el potencial creativo e igualmente devastador de Internet.
El contenido del post no es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.
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