La humanidad es una gran consumidora de drogas, artefactos innecesarios y entretenimiento que, salvo honrosas excepciones, bien podría ser sustituido por otros recursos mucho más necesarios como los libros o el deporte. Para muestra un botón: según el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), el 98.3 % de los hogares mexicanos cuentan en promedio con dos televisores y los niños ven de 4 a 5 horas la televisión, casi diario.
Desde su irrupción y distribución comercial de forma masiva, la televisión es uno de los artículos que parece formar parte de la canasta básica de los mexicanos. Se trata de uno de los principales medios de entretenimiento de nuestra sociedad y es difícil que alguien se resista a la tentación de desconectar la mente de los problemas diarios, sentarse cómodamente en su sillón favorito y dedicar horas y horas enteras a consumir programas que no siempre poseen la calidad suficiente para cultivar la mente.
Dejando de lado hábitos y gustos personales, la televisión ha sido una de las grandes revoluciones en la historia del ser humano; sin embargo, es cierto que como todo exceso, es capaz de provocar daños a la salud de los cuales no todos están al tanto o ignoran de manera premeditada. En el libro Remotamente controlada: Cómo la televisión está dañando nuestras vidas su autor, Aric Sgiman, afirma que la llamada “caja idiota” es responsable de hasta 15 daños a la salud infantil que pueden hacerse extensibles hasta su edad adulta.
Entre los principales daños se cuentan una miopía temprana, dos tipos de diabetes distintas y trastornos del sueño. Sin embargo uno de los más serios para Sgiman es la disminución de la producción de melatonina, hormona encargada de la regulación del reloj biológico de cada ser humano. Esta reducción podría ser la causante de que particularmente las niñas estén alcanzando más rápido la llegada a la pubertad en relación a hace 50 años. ¿Algo más preocupante? Sí, los estudios llevados a cabo por Sgiman revelan que la baja producción de esta hormona también puede incidir en el desarrollo de cáncer en las células.
Por otro lado, una investigación realizada por Tina D. Hoang del Instituto de Investigación y Educación del Norte de California, estima que los adolescentes que físicamente son inactivos y ven la televisión durante tres o cuatro horas seguidas de manera diaria, desarrollan una tendencia a demostrar un procesamiento cognitivo más lento y un menor funcionamiento que se amplía hasta 25 años después.
El principal problema no es la televisión por sí misma, sino lo que conlleva desperdiciar la vida frente a ella. A más horas invertidas, menores son las oportunidades de hacer ejercicio o de alimentarse sanamente. Eso lleva a las personas a desarrollar sobrepeso, diabetes o algún tipo de cáncer. Un equipo de investigadores de la Universidad de Queensland que estudiaba los hábitos de televisión de personas que rondan lo 25 años demostró que aquellas que pasaban en promedio seis horas al día frente al televisor disminuían su esperanza de vida hasta 4.8 años en comparación a los que no veían nada o lo hacían sólo durante una hora.
Con la avalancha de nuevas series con temáticas y argumentos adictivos que los espectadores tienen en la actualidad, un número cada vez mayor de ellos recurre a los “maratones” de televisión, es decir, ver temporadas completas durante seis o más horas, debido a la intriga que genera cada episodio de su programa preferido. Sin duda, engancharse con una serie es algo fabuloso y se trata de una de las mejores experiencias de entretenimiento que se tienen en la actualidad; sin embargo, ello podría estar provocando daños en la salud o dar a notar ciertas tendencias a la depresión o a sentimientos de soledad.
Investigadores de la Universidad de Toledo examinaron las horas de televisión consumidas por 406 individuos. Aquellos que pasaban más de dos horas frente a ella experimentaron más sentimientos de ansiedad y depresión en comparación a los que sólo dedicaron una o dos horas a verla. La relación causa-efecto no está clara: si los sentimientos de soledad y tristeza están impulsados por el tiempo frente al televisor o bien, si éstos son los que hacen que una persona decida pasarse horas completas devorando series en maratones interminables que les sirvan como un remedio pasajero.
Otro tema que preocupa a doctores e investigadores sobre los perjuicios de ver más televisión y no preferir otras actividades más sanas está el desarrollo de enfermedades cardiovasculares producto del sedentarismo. «(Ver la televisión) no es un comportamiento bueno para ti, no importa en qué momento estés en la vida, si eres joven o viejo» dice Stephen Kopecky, médico cardiólogo y profesor de medicina en la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota.
«Este es real el síndrome del 'teleadicto'», dijo Frank Hu, médico y profesor de nutrición y epidemiología en la Escuela de Salud Pública de Harvard, en Boston, Massachusetts al portal Health.com. «Estas son personas extremadamente sedentarias que pasan varias horas en un sofá viendo la televisión. Son muy pasivos y su gasto de energía es muy bajo, incluso en comparación con otras conductas sedentarias, como sentarse y leer, o estar sentado mientras se conduce un auto», concluye.
El contenido del post no es de mi autoría, y/o, es un recopilación de distintas fuentes.
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