En 2010 escribía la review del Nexus S, el primer móvil Android que Samsung fabricaba para Google. En aquel entonces los smartphones habían avanzado mucho, pero aún les faltaba un buen trecho para ser perfectos. Samsung ha tardado siete años en recorrer ese trecho y el resultado se llama Note 8.
Comencemos por un resumen de características del Note 8 comparado con su rival más inmediato, el Galaxy S8. Samsung no suele ser tacaña a la hora de meter prestaciones en sus teléfonos, y el Note 8 no iba a ser una excepción.
El diseño perfecto
Vaya por delante una cosa: mi idea de diseño perfecto en telefonía móvil es un rectángulo uniformemente negro de cristal reluciente que cobra vida cuando se activa. El Galaxy Note 8 es exactamente eso. En consecuencia, mi nota sobre diseño es de 10 sobre 10, pero la tuya puede no serlo si tu idea de perfección estética es otra.
Independientemente de cuál sea tu estilo, es imposible no admirar la elegante uniformidad del Note 8. La pantalla curva y la parte trasera de cristal encajan tan bien en el marco metálico que hay que esforzarse por localizar la frontera entre ambas. Samsung también ha hecho un excelente trabajo a la hora de difuminar la línea entre la pantalla y el marco con el terminal apagado.
La cámara apenas sobresale de la parte trasera salvo por un pequeño reborde para evitar que haga contacto sobre la mesa. La construcción del Note 8 es impecable. Todos los materiales gritan: ¡premium! tanto a la vista como al tacto. El hecho de que el teléfono sea IP68 nos da cierta paz de espíritu si se nos cae en el retrete o en un charco. No me iría a nadar con él, pero es un extra muy bienvenido.
Aunque es un móvil grande, su formato alargado (algo más de 18:9) y la casi ausencia de marcos lo hacen muy manejable, incluso para manos pequeñas. Para llegar a la parte superior de la pantalla hay que hacer malabarismos, pero eso es algo con lo que hay que vivir con estas diagonales de pantalla.
Todo ese estilo tiene un lado oscuro. Las superficies suaves y redondeadas del Note 8 lo hacen un poco resbaladizo. Si lo sujetas con las manos húmedas se te puede escurrir y si lo metes en el bolsillo delantero del pantalón se puede salir con facilidad al sentarse.
La cámara: retratos a medida
El Note 8 es bueno en todo lo que hace, pero su doble cámara es una joya a kilómetros de distancia de la competencia (con la salvedad del iPhone X, cuya cámara aún no hemos podido probar). Durante el análisis hemos sacado el Note 8 junto a un iPhone 7 Plus y una Sony Alpha 7.
La cámara del Note 8 no es mejor que una sin espejo de formato completo como la A7, pero en algunos momentos saca fotos incluso más resultonas. Samsung lleva años afinando su software de procesado de imagen. En los primeros Galaxy, los algoritmos maquillaban las fotos en exceso, con colores muy saturados y contrastes irreales. Con el Note 8, la compañía ha alcanzado la excelencia en ese aspecto. Siguen siendo fotos muy retocadas, pero quedan tan bien que superan el escepticismo del fotógrafo más ortodoxo.
La velocidad de obturación es instantánea (mejor que la del iPhone 7) aunque a veces tiene problemas para ajustar el HDR o captar objetos que se mueven muy rápido. Algo normal en smartphones. Con todo, el HDR funciona mejor y más rápido que el del iPhone 7 Plus.
Donde el Note 8 destaca de manera impresionante es en dos aspectos. El primero es la estabilización de imagen. El doble sistema OIS en las cámaras es especialmente bueno para grabar vídeo y se aprecia también mucho con el zoom al máximo.
El segundo aspecto es el modo retrato con enfoque selectivo. Es el modo que permite, para los que no sepan de qué estamos hablando, tomar una foto con el primer plano enfocado y el fondo difuminado emulando el efecto que tiene la óptica de cámaras más potentes.
La cámara del Note 7 es la mejor cámara de smartphone que hay en el mercado ahora mismo.
El sistema es similar al del iPhone, pero con un matiz que le da ventaja. El desenfoque de fondo puede ajustarse a voluntad, incluso una vez la foto ya está tomada. El desembarco de Samsung en la fotografía computacional con doble cámara no podía ser más prometedor. El cuadro de abajo no es una errata. No hemos encontrado problemas en la cámara con la suficiente entidad como para destacarlos. Es la mejor cámara de smartphone que hay en el mercado ahora mismo. A continuación algunos ejemplos a formato completo:
Pantalla a prueba de sol
El Galaxy S8 era el smartphone con la mejor pantalla del mercado. Ahora ese título lo ostenta el Note 8, aunque por un estrecho margen. La pantalla gana unos milímetros de diagonal y mantiene la resolución. En otras palabras, pierde algo de densidad de píxel, pero no es una diferencia apreciable.
Samsung ajusta la resolución de pantalla de manera dinámica para ahorrar batería, pero tampoco notarás la diferencia. La pantalla luce impresionante con cualquier iluminación ambiental o a pleno sol, y los colores apenas sufren variación independientemente del ángulo. El panel AMOLED vira siempre un poco hacia azul, pero hay una opción para variar sutilmente la temperatura de color hasta encontrar el aspecto que más nos guste. Si no es la mejor pantalla de smartphone del mercado, desde luego está entre las mejores junto a la del S8.
El S-Pen bien pero ¿para quién?
El S-Pen es, junto con la cámara, el mayor punto de diferencia entre el S8 y El Note 8. ¿Merece la pena? Sin duda, pero no te cambiará la vida de manera instantánea. Es algo que tendrás que entrenar un poco para apreciar.
Tomar notas manuscritas, por ejemplo, es un poco absurdo cuando es mucho más práctico y limpio hacerlo con teclado, pero la posibilidad de dibujar con precisión es muy útil en algunos momentos, como a la hora de tomar medidas de una habitación o señalar a alguien elementos en una foto.
Unos usuarios encontrarán unas herramientas más útiles que otras. La función de hacer notas sobre capturas de pantalla y la de capturar GIF son fantásticas. Sin embargo, apenas le encuentro utilidad a la función de dibujar mensajes animados con el stylus. Otros usuarios probablemente amen esa característica. La traducción de palabras en pantalla no es perfecta, pero sí muy intuitiva de usar y puede sacarnos de algún apuro. Todo depende del usuario.
Samsung Dex, el compañero de sobremesa
En el CES de 2011, Motorola presentaba el Atrix, un smartphone Android que se convertía en sobremesa mediante un puerto conectado a un monitor externo. La idea era buena, pero la tecnología de la época no daba más de sí, y el Atrix (lo se por qué en su día hice su review) hacía aguas por todas partes.
Ha llovido mucho desde entonces. Android es un sistema operativo hecho y derecho, y Samsung ha refinado sus artes en programación. El resultado es el Dex. La misma idea, pero que ahora sí funciona, y lo hace de maravilla.
Dex tiene todo lo que debe integrar una base pensada para servir de PC de oficina: HDMI, Puertos USB para teclado y ratón (que soportan hasta teclados con emisor inalámbrico) y un ethernet para aprovechar conexiones más potentes que la del móvil. La propia cámara delantera del terminal hace las veces de webcam. Es una pena que no integre carga inalámbrica, pero tampoco tiene mucho sentido si tenemos en cuenta que hay que conectarlo al USB-C en cualquier caso.
Samsung ha tenido el acierto de dotar a Dex de una interfaz muy familiar para cualquier usuario de PC. No es un equipo para jugar Call of Duty, pero ejecuta fluidamente las aplicaciones de trabajo que todo el mundo necesita. Hasta tiene el músculo suficiente como para correr vídeo 4K a pantalla completa si el monitor lo soporta.
Buen sonido, auriculares no tanto
Aunque con unos decibelios menos de pegada que su primo el S8, los altavoces estéreo del Note 8 dan la talla en cuanto a nitidez, y los tonos de llamada se escuchan alto y claro. El móvil viene con unos auriculares internos AKG afinados por Harman Kardon. Samsung asegura que vienen equipados con transductores de graves de 11Φ y 4Φ para los agudos. En la práctica no suenan mal (y su cable tiene refuerzo trenzado, que siempre es de agradecer), pero no esperes ninguna apoteosis del sonido.
Servicios en Streaming como los de Spotify o Google Music suenan correctamente, pero cuando tratamos de escuchar un archivo sin pérdida los auriculares se quedan cortos. La buena noticia es que el procesado de audio en el Note 8 es realmente bueno, por lo que solo necesitamos conectar unos auriculares mejores para disfrutar de un sonido limpio y potente. Para nuestra prueba hemos usado unos AKG K52 que ofrecen un sonido muy crudo (sin potenciar graves ni trastear nada con el ecualizador). Con ellos el Note 8 suena estupendo. El hecho de que Samsung no haya eliminado la toma jack de 3,5 mm facilita mucho la labor.
Batería y carga
Muchos enarcaron una ceja cuando descubrieron que la batería del Note 8 es, de hecho, más pequeña que la de su infortunado predecesor el Note 7. En la práctica no debería importarnos. En la semana que llevamos probando el dispositivo (como teléfono principal, y con datos y notificaciones a todo trapo) hemos sido incapaces de agotarla. Al final de la jornada aún quedaba alrededor de un 30% de batería cada día. No nos evita tener que cargarlo por las noches, pero al menos da tranquilidad.
La alimentación se realiza mediante USB-C o carga inalámbrica integrada en el dispositivo. En ambos casos comienza muy rápido. En 10 o 20 minutos podemos recuperar energía suficiente como para continuar unas horas. La mala noticia es que llenar completamente la batería sí que se toma su tiempo.
Los que aún recuerden con desconfianza las explosiones del Note 7 se alegrarán de saber que el Note 8 no se recalienta de forma significativa ni en funcionamiento ni en carga. Probablemente sea el móvil más seguro de Samsung y el que más controles de calidad ha pasado. A la coreana le va la reputación en ello.
Cuando los errores son irrelevantes
¿Es el Note 8 el teléfono perfecto? No, claro que no. En la película Ex-Machina hay un momento en el que Nathan, el millonario encarnado por Oscar Isaac explica que a pesar de toda su fortuna, uno no puede escapar a todos y cada uno de los pequeños e irritantes inconvenientes de la vida. Esa es una verdad como un templo hasta para un terminal de 1.000 dólares.
El sensor de huellas, por ejemplo, ocupa una posición muy fastidiosa. Tras unos días descubrí que me es más cómodo sujetar el móvil con la mano izquierda para desbloquearlo con el índice de esa mano. El Note 8 tiene reconocimiento facial, pero no acabo de hacerme a él. Me parece lento y requiere prestar atención a la pantalla. Desbloquear el terminal debería ser un gesto irrelevante, no algo que requiera atención. Al final he optado por desactivarlo y usar huella dactilar y el viejo y fiable código numérico.
El Note 8 también se pasa el día recordándome que transfiera los archivos de la tarjeta MicroSD. El problema es que no he formateado la tarjeta, pero ahora mismo no pienso hacerlo, así que sufro en silencio el bombardeo diario de notificaciones al respecto. Algunas veces, y sin motivo aparente, el Note 8 pierde la conexión 4G justo en la esquina del sofá. ¿Por qué? Que me aspen si lo se. No se puede tener todo.
Como suele decirse: se les conoce por sus virtudes, pero se les quiere por sus defectos. Los problemas del Note 8 son tan pocos y tan absolutamente irrelevantes que no logran desmerecer el resultado final. Samsung ha cocinado un terminal casi perfecto, con un diseño elegante, una cámara excepcional y todo lo que se le puede pedir a un smartphone tope de gama a día de hoy. Probablemente muchos encuentren más atractiva la opción del S8, que es casi igual y cuesta menos. Eso no quita que el Note 8 valga cada céntimo de su elevado precio.
Fuente: Probamos el Samsung Galaxy Note 8: sí, solo por la cámara merece la pena pagar mil dólares por este móvil
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