¿Cómo analizar los síntomas de un poseído? ¿Cuál es la manera más efectiva para sacar el demonio del cuerpo? ¿Debe arriesgar la vida el exorcista? Son preguntas frecuentes en los pasillos del Ateneo Pontificio, en Roma, donde se lleva a cabo un curso sobre exorcismos, el segundo que se celebra en la Ciudad Eterna desde que comenzó el milenio.
La principal novedad de esta edición es que por primera vez hay laicos entre los alumnos: científicos, médicos y psicólogos atraídos por una práctica que tras las murallas vaticanas se sigue tomando muy en serio.
Tanto que la librería vaticana publicó en 1999 el Exorcismus et Supplicationibus Quibusdam, un manual de 84 páginas con nuevas instrucciones y actualizaciones para combatir al demonio en la Tierra.
Pero no todos los que lo desean pueden acceder al curso. Para evitar que en él se cuelen bromistas y curiosos incrédulos, el Vaticano ha establecido una serie de rígidos requisitos, de tal suerte que resulta necesario documentar el interés académico o profesional de algún modo.
Y es que los profesores, entre los cuales hay varios exorcistas activos, teólogos, prelados y sociólogos católicos, subrayan que en la Iglesia hay una notable preocupación ante la proliferación del ocultismo, el satanismo y el crecimiento exponencial de los casos de posesión diabólica, porque parecería que “Lucifer está ganando terreno”.
El plan de estudios contempla una amplia gama de materias que incluyen: aspectos antropológicos y sociológicos del satanismo; cómo detectar al demonio en el cine, la música, la literatura, los videojuegos y el Internet; fundamentos bíblicos, históricos y teológicos y aspectos pastorales y litúrgicos del exorcismo.
Entre los textos utilizados para los ejercicios hay una recopilación de los momentos estelares del curso pasado como un volumen titulado Exorcismo y rezo de liberación en el que el experimentado sacerdote Francesco Bemonte, exorcista de la diócesis de Roma, ofrece prácticos consejos útiles.
El padre Bemonte recomienda, por ejemplo, verificar si el ‘paciente’ en cuestión está realmente endemoniado o si es un impostor, algo que según las estadísticas puestas a disposición del alumnado ocurre en un 80 por ciento de los casos.
El segundo paso, según el sacerdote, se inicia con una invocación, tras la cual el demonio comienza a manifestarse. Las primeras señales de autenticidad las percibe el propio exorcista.
“Un improvisto dolor de cabeza, o un peso insoportable en la mano tendida hacia el paciente, a veces ardor en la cabeza, dolor de estómago repentino e insoportable, ataques de tos, somnolencia…”, síntomas que demuestran que el diablo habita en el cuerpo del postrado.
En ocasiones, la manifestación puede ser mucho más espectacular afirma el texto de Bemonte.
“La persona puede llegar a entrar en trance, se le deforma la cara, las pupilas se mueven casi completamente de arriba abajo, o desaparecen”, recuerda el sacerdote, quien recomienda tener bien agarrado o atar al ‘paciente’, ya que “el demonio reacciona violentamente, con furia.
En los casos más espectaculares se puede ver como el poseído “habla lenguas extranjeras desconocidas, se entera de hechos lejanos, demuestra tener una fuerza superior a su edad o su naturaleza humana”.
Algunos hechos son realmente inexplicables, afirma Bemonte, como cuando el endemoniado reconoce reliquias u objetos escondidos en bolsas. “¡Ese guante no, ese no, aléjalo!”, habría gritado una poseída ante una bolsa de tela que contenía un guante del Padre Pío.
Serias advertencias Los tutores advierten que llevar a cabo exorcismos caseros es peligroso. “Hay que dejarlo en manos de expertos, de sacerdotes experimentados. Los engaños del diablo son muchos”.
Monseñor Andre Guma, otro de los participantes en el simposio, explica uno de estos trucos satánicos: “Después de una manifestación, los demonios fingen haber sido liberados, convencen al poseído de que se trata de una enfermedad mental, revelan la existencia de un maleficio e incluso permiten asumir la eucaristía al poseído para fingir”.
Por su parte, el célebre exorcista Gabriele Nani asegura que otro de los grandes errores es intentar liberar al endemoniado en medio de la multitud. “No se puede hacer delante de mucha gente.
Hemos de decir que la posesión es la punta de la pirámide, pero debajo de esto está el vacío, está la actividad del diablo que puede golpear a cualquiera”, explica. Quizá por eso en los cursos de exorcismo no hay clases prácticas.
Muere Gabriele Amorth, "el exorcista más famoso del mundo"
El sacerdote Gabriele Amorth, probablemente el exorcista más famoso del mundo, falleció de una afección pulmonar este viernes 16 de Septiembre en Roma a los 91 años de edad. A lo largo de un periodo de 30 años realizó unos 70.000 exorcismos, según informó la Agencia Católica de Noticias (CNA, por sus siglas en inglés).
Esa cifra no quiere decir que hubiera atendido a 70.000 personas, pues según decía Amorth una misma persona podía necesitar decenas de sesiones para ser liberada de sus demonios.
Nacido en 1925 en Módena, Amorth se unió a la Sociedad de San Pablo en 1947 y se ordenó como sacerdote en 1951. En 1985, fue nombrado exorcista de la diócesis de Roma por el cardenal Ugo Poletti.
Fue fundador en 1990 de la Asociación Internacional de Exorcistas, organización que presidió hasta su retiro en el año 2000. Además, publicó numerosos libros sobre la materia, incluyendo "Narraciones de un exorcista", "Un exorcista cuenta su historia", "Un exorcista: Más historias", "Exorcismo y psiquiatría" y "Memorias de un exorcista".
Fuente: El Vaticano ahora ofrece curso de exorcismos para científicos
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