Cada ser humano se desarrolla en diferentes ámbitos y, cuando uno o más se ven afectados, puede darse una transición emocional. Hablamos de un cambio que puede resultar tan estresante y agotador como maravilloso y energético.
En este artículo, te contamos las características de este tipo de transición, identificando qué factores favorecen el cambio a una nueva etapa de vida y cómo marcan nuestro desarrollo. ¡Comencemos!
Transición emocional, de qué se trata
La transición emocional es un estado en el que podemos aterrizar cuando comienzan a darse una serie de cambios en nuestra vida. Según la Real Academia de la Lengua Española, implica pasar de un modo de ser o estar a otro distinto. Entonces, cuando nos referimos a uno emocional, estamos hablando de ese paso en relación con nuestro mundo afectivo.
En cada persona el proceso de transición va a ser diferente, pues todos vivimos experiencias distintas en el marco de una historia de aprendizaje también singular. Así, para una persona una transición emocional puede resultar dificultosa y para otra no -incluso para la misma persona, en distintos momentos, puede tener diferentes implicaciones-.
Transición emocional y su relación con el desarrollo
Cada uno de nosotros va atravesando distintas etapas y, aunque las vivenciemos de manera singular, también hay elementos o circunstancias que suelen ser comunes. En especial, nos referimos a aquellas asociadas a la edad y a nuestras características biológicas, psicológicas, sociales, etc.. Entonces, el ser humano cuenta con etapas del desarrollo marcadas de alguna manera.
Pero, ¿qué es el desarrollo humano? Según el libro denominado Psicología del Desarrollo, de Diane E. Papalia y Gabriela Martorell, «se trata del estudio científico de los procesos de cambio y estabilidad durante el ciclo vital humano». Hace hincapié en los ámbitos: físico, social, cognoscitivo y algunos autores proponen el espiritual y el consciente.
El concepto de desarrollo es un constructo social, un concepto o práctica que surge a partir de una invención de una cultura o sociedad. Entonces, no hay un momento objetivo específico en que pasemos de una etapa a otra, pero sí compartimos ciertas características que han sido determinadas por la sociedad que nos hacen pensar que estamos en el proceso.
¿Qué tienen estos hitos con una transición emocional? Resulta que, de entre todos los ámbitos en los que nos desarrollamos, el afectivo también es uno de ellos. Puede darse a diferente ritmo en cada persona y se caracteriza por lo que produce el cambio o simplemente por el estado en el que nos encontramos entre una etapa y otra. En este lapsus, solemos acometer distintos retos:
- Asumir lo que viene.
- Enfrentar el miedo a lo desconocido.
- Afinar en nuestra gestión emocional
- Analizar nuestro sistema de creencias.
Además, la transición emocional no solo está influenciada por la etapa del desarrollo en la que nos encontremos, por ejemplo, el paso de la adolescencia a la adultez. También lo está por situaciones que llegan de forma inesperada, sobre todo, las relacionadas con: muertes, traumas, rupturas y duelos.
Transición emocional y reconfiguración
La transición emocional implica/demanda una reconfiguración porque comenzamos a ver todo lo que se relaciona con nuestro mundo afectivo de otra manera. Esta nueva perspectiva está muy influenciada por el contexto real, pero también por nuestra disposición hacia el mismo.
En muchos casos, la reconfiguración implica la re-significación de aquellas experiencias que nos marcaron. En esta transición también soltamos para dejar fluir, a través de un proceso de autoconocimiento.
Factores que favorecen el cambio a una nueva etapa de vida
Podemos mejorar nuestro paso por una transición emocional gracias a:
- Gestión emocional. Nos permitirá ser más asertivos a la hora de interactuar con los demás.
- Autoconocimiento. Nos ayudará a reconocernos y saber qué queremos y para dónde vamos.
- Pedir ayuda. Significa bajar la guardia y aceptar que no podemos con todo solos.
- Apoyo social. Contar con soporte nos brindará un camino en el que nos sintamos más acogidos.
- ¡Decir adiós a la perfección! Equivocarse es parte del camino; cuanto menos lo aceptemos, más conflicto nos causará.
- Expresar y aceptar nuestras emociones.
Pasar por este proceso requerirá que seamos asertivos. Esta habilidad social nos ayudará a generar la menos disonancia posible entre nuestras acciones, valores y objetivos. Así, el resultado de la transición será una persona más fuerte y preparada para la nueva etapa que se abre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario