Porque la depresion, no obstante todo y todos, no es una pereza sino una lucha continua.
A menudo quien sufre de esta patología viene definida, erróneamente, lamentosa y poco activa en la vida de todos los días, incapaz de seguir con exactitud, lucidéz mental y energía psicofísica, las tareas de la vida cotidiana. No es entonces un caso que la mayoría de quien la sufre prefiere "esconderse" bajo las cubiertas de la propia cama, eligiendo el camino del sueño como medicina para la ansiedad, los miedos y las penas que lo aflijen y de la cual se prueba siempre muchísima verguenza de hablar. Una verdadera y propia lucha cotidiana con uno mismo, contra el propio "yo" interior aplastado, a la desesperada búsqueda de un modo para ponerlo en pie.
Si entonces la depresión, de una manera totalmente perjudicial para la mayoría de las personas, el aburrimiento y la pereza para levantarse de la cama, lavarse, vestirse y afrontar los innumerables desafíos del día, esta parecen estar lejos de una debilidad.
La depresión no es ni siquiera falta de fe o religiosidad, ella tiene que ver con los conflictos interiores no resueltos, que son como una verdadera y propia marea que arrastra quien la sufre e intenta de tragarlo. Muchas personas, escuchando las "lamentelas" de las personas menos fuertes no tienen otro que responder con un valioso, pero mas que todo estéril, "verás que todo pasará", aumentando la sensación psicológica de soledad hacia la cual el sujeto se desliza siempre más rápidamente. Pero hay un camino de salida.
Lo auto concreto de personas valiosas, de verdaderos aigos que saben comprendernos hasta el fondo, lejos de cada tipo de prejuicio o de personas altamente calificadas en el apoyo psicológico, como las figuras profesionales de los terapeutas; estos son los caminos de salida que se necesita recorrrer. Solo gracias a sus manos que nos tienden amorosamente se puede volver lentamente a sonreir y a encontrar tímidamente un equilibrio interior y una paz en la propia casa que faltaba desde hace tanto, demasiado tiempo.
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